¿Qué haríais vosotros si, temprano por la mañana, todavía con los ojos a media asta, os sentárais en el metro y una vieja (por no llamarla señora) os deleitase con una escabrosa narración del "fructis vaginal" que le habían hecho a su hija?
Yo soy un poco duro de oido, y muchas veces entiendo mal a la gente, así que la primera vez me reí para mis adentros pensando "joer, qué mal estoy".
Pero es que no fueron una, ni dos veces. La peaso maruja no dejaba de hablar del fructis p'arriba y del fructis p'abajo. Yo poniendo cara de poker, intentando contener la lagrimilla, mientras me regocijaba observando al resto del vagón, que al igual que yo, apenas podían contener la risa.
Suelo odiar a la gente que habla a gritos por el móvil, y todavía más a los que lo hacen en un autobús o en el metro. Pero esta vez me he reido tanto, que se lo voy a perdonar